lunes, 9 de julio de 2007

Plaza Pública


Columna Rotafolio
Por Javier Corral Jurado
Chihuahua, México.


En la introducción sinfónica, de sus “Rimas”, Gustavo Adolfo Becquer dice que en los obscuros rincones de su cerebro, “acurrucados y desnudos duermen los hijos de mi fantasía”. “Esperando que el arte los vista de palabras, para presentarse decentes en la escena del mundo”. El acto de escribir las ideas.

Acto maravilloso el del escritor, el novelista, el poeta, y también el del periodista. Reúno a esas vocaciones en el mundo de la literatura, pero al periodismo lo separo del campo de la ficción, para concretarlo en el terreno de los hechos reales, que han de ser descritos, informados, analizados.

La ficción es amplitud. El periodismo es concreción. Escribir por un lado las fabulaciones de la mente, acurrucadas en la memoria, fijadas por el acto de observar, para dar al espíritu humano imaginación e inspiración, nos eleva. Escribir los datos para informar, dar estructura a las ideas para formar el pensamiento crítico y analizar la realidad, nos aterriza.

La columna, como género de ejercicio diario en el periodismo conjuga cualidades de los dos mundos, porque no se puede escribir todos los días, sin emoción por el mañana y sin el arte de la palabra. Muchos han querido incursionar en el campo del periodismo bajo este espacio singular de las ediciones impresas, pero pocos logran mantenerse como referentes. Se requiere elegancia y honestidad; la primera calidad porque viste a los actos desnudos, y la segunda, porque al valorar los hechos, traza el sentido de la ética con que se asume y practica la vida. De ahí que el escribir comprometa.

Como muy pocos, Miguel Angel Granados Chapa responde a esa vocación informativa y analítica con rigor y empeño asombrosos desde el formato de la columna periodística, y en varios aspectos es excepcional su conducta. Entre ellos, la disciplina de su perseverancia y la consistencia de sus posturas. Este viernes 13 de julio, “Plaza Pública” cumple tres décadas de aparecer en diferentes medios de comunicación de nuestro país y, difícilmente ha dejado de publicarse en más de cuatro ocasiones en esos treinta años de vida. Son seis días de la semana, cumpliendo cabalmente en medio de vacaciones, viajes, en los días festivos y en el fragor de los días de la batalla. Hoy por hoy, la columna más antigua del país.

Pero también, es la columna referente de muchos actores políticos y sociales de nuestro país, y no de pocos periodistas, articulistas y reporteros que en los textos de Plaza Pública basan sus análisis, los enfoques de sus comentarios y siguen la pista de informaciones exclusivas que luego captura el reportaje amplio. Es una columna influyente, y su autor reconocido como uno de los hombres más informados del país.

Estilo inconfundible, sin sobresaltos a la razón, ni ocasión para el desahogo de fobias personales, es un espacio donde se puede aprender a leer y a escribir. Porque además del uso riguroso del lenguaje, está la combinación de su doble formación profesional, abogado y periodista, y su intransitable honestidad intelectual. Me llama la atención su capacidad de trabajo, combinando su participación en otros medios y desarrollando otros quehaceres editoriales y cívicos a la par del que la vida lo dotó como el esencial de su gusto y felicidad. La velocidad con la escribe sólo es prueba de que mas allá de la técnica mecanográfica de los diez dedos con los que escribe, hay dones que son brindados y no adquiridos. Esa rapidez no merma la hondura, ahí está su acuciosidad en el dato histórico por una memoria impresionante.
Porque Granados Chapa escribe con las dos manos - a diferencia de muchos que lo hacen sólo con dos dedos de frente y aún en la computadora -; escribió su primer Plaza Pública en el periódico Cine Mundial, que por entonces tenía como principal accionista a Luis Javier Solana, cuando éste era en ese y al mismo tiempo director de El Universal.

Salió junto con Julio Scherer de Excélsior el 8 de julio de 1976, tras el puñetazo del Presidente Echeverría al diario, en el que coordinaba la sección de opinión. Aunque el formato de revista “les quedara chico”, como anticipaban deseosos por la debacle los envidiosos y los cómplices del asalto, estos dos enormes periodistas junto con otros exreporteros de Excélsior fundaron en octubre de 1976 la revista “Proceso”, de la que Miguel Angel ocupaba una de las dos direcciones que se establecieron para la producción periodística y la administración financiera; diseño imposible en el mundo de los grandes.

Grande resultó Proceso y no chica; pero la revista necesitaba de un solo director. Granados Chapa dejó la dirección gerencia de Proceso en mayo de 1977, y dos meses después emprendía la obra periodística que lo ha situado en el lugar que se encuentra. De Cine Mundial “Plaza Pública” pasó al Uno Más Uno, con Manuel Becerra Acosta; del que surgiría, de las entrañas de un conflicto, La Jornada, el 19 de septiembre del 84. Fue de los cinco fundadores del periódico junto a Carlos Payan Velver, Humberto Mussachio, Carmen Lira Saade y Héctor Aguilar Camín.

Tras su oposición a que Carlos Payán ejerciera un tercer periodo como director de La Jornada, la columna se fue al Financiero, al de Rogelio Cárdenas, y luego al periódico Reforma, en el que se mantiene hasta la fecha desde el primer día de su fundación, el 20 de noviembre de 1993.

Además de los atributos a los que me he referido, uno singular y de gran contraste entre el periodismo que se practica en este género, es que cuando Granados Chapa se equivoca lo reconoce, pide disculpas. Su cajón de sastre no sólo es el dato de última hora, la apostilla, la invitación a un evento, la efemérides o el obituario. Es un espacio para la rectificación, y a veces su columna se convierte en derecho de réplica.

Con Plaza Pública empezó también la idea de la Sindicación de columnas, mecanismo para informar con autonomía y libertad frente a los controles de aquellas épocas, la censura oficial. De diciembre de 1978 a enero de 1979, tres columnistas decidieron por lo menos un mecanismo para exhibir cuando un periódico central, de los de la ciudad de México, no publicara la columna que reproducían en más de setenta periódicos: José Luis Mejías, Manuel Buendía, y Miguel Angel Granados Chapa.

Son pioneros de la sindicación de columnas y artículos. Un paso importante para la libertad de expresión. Por todo ello, no sólo felicidades a Granados Chapa y a Plaza Pública, sino fundamentalmente muchas gracias.

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