martes, 3 de julio de 2007

Gutiérrez Vivó, Pionero y Libertario...


Columna Rotafolio
Por Javier Corral Jurado
Chihuahua, México.


De José Gutiérrez Vivó, tengo un vivo recuerdo: fue el único que me abrió los micrófonos de su programa Monitor en Octubre de 1998, cuando todos los medios de comunicación electrónica de la ciudad de México nos cerraron la posibilidad de explicar, en medio de una de las más furiosas campañas mediáticas de linchamiento personal, la iniciativa de Ley Federal de Comunicación Social, que en una embustera operación informativa catalogaron como “ley mordaza”. Me desempeñaba entonces como diputado federal y estuve sometido a un fuego cruzado de medios impresos y electrónicos durante 39 días. Vaya parte de esa historia traumática que recupero de mis apuntes personales.

Llegó la invitación así: que si quieres dar tu punto de vista te puede entrevistar Gutiérrez Vivó. “No vayas a dejar de ir con Pepe, acéptala, yo también estaré en una mesa sobre el tema”, me recomendó Fátima Fernández Christlieb.

Por supuesto ahí estuve. Fui a las anteriores instalaciones de Infored, y conocí personalmente al comunicador de cuyo prestigio se hablaba en Chihuahua sin tener la posibilidad siquiera de escucharse en la radio local, con sus emblemáticos audífonos que le cubrían totalmente las orejas, el pantalón cinchado hasta el estómago, en mangas de camisa pero con chaleco.

“Pues en qué diantres anda metido, señor diputado...”, así me recibió.
Tratando de regular a los medios, señor Gutiérrez. Respondí.
¿Y qué nos quiere regular?.
Derechos y responsabilidades...
Bueno, espérese un momentito, ahorita se lo platica al auditorio.

Poco antes de regresar del corte comercial, José Gutierrez Vivó, se llevó la mano a la boca y entre sus dedos pulgar e índice quedó apretada su nariz, me vio a la cara y me dijo: - Pues bien va a tener usted treinta minutos, apróvechelos... porque la presión está fuerte, qué le voy yo a platicar a usted.

La Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión había sido tajante en la decisión y girado instrucciones precisas de no darme la más mínima posibilidad de participación en sus estaciones afiliadas, “no seremos eco de quienes pretenden colocarnos un bozal”, justificó así el acuerdo Emilio Nassar, el más joven de los presidentes que había tenido hasta entonces la Cámara de los radiodifusores. “Te lo advertimos una y otra vez lo que te pasaría, pero tu te volviste en nuestra contra, mira Javier, ahora eres nuestro enemigo”, me lo explicaba serenamente en el Club de los Industriales Don Javier Pérez de Anda, uno de los dos concesionarios del más grande grupo radiofónico del país “Radiorama”, y a quien conozco desde niño.

Infored de Gutiérrez Vivó no entró a varas en el mecanismo que, pretendidamente, defendía la libertad de expresión, censurándola. El hecho se registró pocos días antes de que se iniciara la semana nacional de la radio y la televisión, nombre con el que se desarrolla en octubre de cada año la asamblea de la CIRT. Asistí por cierto a ese evento en el World Trade Center.

Invitación en mano llegué hasta la mesa donde ya departían colegas diputados con algunos concesionarios, no dando crédito a mi presencia, “pues dicen que te van a dedicar el discurso”. - Que mejor, aquí mismo lo respondo, contesté tratando de bromear y ocultando mis nervios al parejo. En el camino, para ser exacto en las escaleras eléctricas, me topé con el socio de Gutiérrez Vivó en Infored, el Señor Clemente Serna Alvear.
Usted es el señor Serna, le pregunté.
Sí a tus órdenes, tu quién eres.
Soy el diputado Javier Corral.
Ah tu eres Corral, oye que muchacho estás.. te oí en la radio con Pepe.
Muchas gracias por permitirme entrar.
Pues a ver cómo nos lo toman, porque ha habido mucho jaloneo, pero se tenía que hacer y ya se hizo.

La de José Gutiérrez Vivó, más allá de las naturales discrepancias que se puedan tener con su estilo y enfoques, es una trayectoria de comunicador pionero en la radiodifusión mexicana en materia de nuevos formatos para la participación ciudadana en programas en vivo, y es una vocación libertaria en el ejercicio del periodismo. El equilibrio de los puntos de vista diferentes, ha sido el rigor de su conducta profesional; el Monitor cada vez más plural, una confirmación de su espíritu democrático.

Solidarizarnos con esa historia comunicacional, es el dato mínimo por estos días. Luchar por su presencia en la radio debiera ser un imperativo ético de los demócratas para quienes han contribuido a construir la conciencia cívica sobre la importancia de la libertad de expresión y la democracia. Es casi seguro que no habrá Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión que salga a apoyar a su afiliado, y alguna explicación quizá pueda encontrarse líneas arriba.

Es seguro que no aparecerán desplegados de la CIRT en defensa de la libertad de la expresión como acertadamente se hizo frente a la decisión del Presidente de Venezuela Hugo Chávez de no refrendarle a Radio Caracas Televisión, su concesión. Dirán que este es otro caso, muy distinto. Otro mal desempeño de comunicadores pretendiendo ser propietarios de sus propios medios, de mala administración financiera, como lo dicen del Sr. Javier Moreno Valle, el defenestrado concesionario del canal 40.

De hecho ya se encontró la justificación de que un medio pueda cancelar sus transmisiones, no obstante sus treinta y tres años de prestigio y éxito: “el hecho muy sencillo - explica Sergio Sarmiento en su programa de Radio Centro -, en el mundo de los negocios si uno tiene ingresos inferiores a sus gastos llega un momento en que no se puede sostener”.

¿Y qué fue lo que provocó que uno de los comunicadores con mayor prestigio y que registró durante largo tiempo los más altos niveles de audiencia en la Ciudad de México cayera en insolvencia económica?. Un largo litigio judicial con el se fue asfixiando a la empresa, alternados el bloqueo económico de quienes no quieren a ninguna empresa chica o mediana compitiéndole a los grandes consorcios y el acoso político del Presidente Fox que tras su fobia enfermiza a López Obrador, todo lo dividió en ese terreno de estás con él o conmigo, hasta en la relación con sus propios correligionarios. Ahí está el meollo del asunto. Ignorarlo es traicionarse.

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