miércoles, 18 de julio de 2007

Encuestas a la Carta


Columna Más Análisis
Por Sergio Armando López Castillo
Chihuahua, México


Nunca antes como en la pasada contienda electoral, en los procesos electorales de Chihuahua, el espectro de los sondeos y las encuestas, habían sido tan cuestionados y puestos en tela de duda, como sucedió en este verano político.

Ese asunto quizá va a ser uno de los principales puntos de partida, en el análisis que hagan partidos, legisladores, candidatos y autoridades electorales, en el próximo evento electoral de Chihuahua, que según el calendario, será en el 2009, de índole federal, un año antes de que se renueve la gubernatura del estado.

En el pasado reciente electoral, las encuestas habían tomado un papel secundario en el juego político, hablando en el espacio concreto de las organizaciones políticas, los organismos electorales y los medios de comunicación que las difunden. Más no en la ciudadanía, que es un tema diferente.

Inclusive los mismos dirigentes de partidos y los candidatos, evidenciaban sus reservas cuando mandaban realizar un sondeo y lo tomaban como una medición relativa de la intención del voto, y casi nunca se casaban con ellas, ni las estimaban como indicativos serios.

Sin embargo, ahora en Chihuahua, durante la elección estatal del 1 de julio próxima pasada, el fenómeno de las encuestas tuvo para la mayoría de los actores políticos en contienda, un significado y lecturas muy diferentes, en tanto que muchos de los candidatos, sustentaron sus expectativas de triunfo, justamente en esos estudios; unos hechos por sus mismos equipos, y otros que hicieron empresas del ramo, para vendarlas.

El error que cometieron estos aspirantes a puestos de elección popular, cuyo caso más evidente y claro fue el de Alejandro Cano Ricaud, en su competencia por la Alcaldía de la capital, es que soslayaron aspectos fundamentales en la ejecución de esos sondeos, al grado que el eje de su trabajo proselitista se fincó en esas encuestas, que finalmente no tuvieron nada que ver con la realidad final del resultado obtenido.

Los equipos de estos candidatos denominados “de las encuestas” y no del trabajo directo e inteligente hacia la ciudadanía votante, se confiaron en las llamadas telefónicas a las casas de los chihuahuenses, más que hacer entrevistas directas en domicilios de los sufragantes, para conocer de forma más nítida, la verdadera intención de voto de sus abordados.

Otro craso error de estos ex abanderados, fue el no medir de manera profesional y correcta la intención del voto, pero en términos de detectar lo mejor y más fielmente posible, el número aproximado de gente encuestada que votaría con mayores probabilidades de seguridad, y no sólo recoger la preferencia o simpatía con el o los candidatos, asumiendo con ello, que automáticamente esos entrevistados votarían por su persona o partido.

Sin lugar a dudas, las encuestas del proceso estatal 2007, entre ellas las que difundieron los medios impresos, prácticamente fueron trabajos inacabados “a la carta”, dado que en su mayoría, los sondeos que, en el caso particular de Chihuahua capital, se publicaron, favorecieron siempre a los candidatos del PRI y la Alianza con el PANAL, en porcentajes casi escandalosos a su favor. Eso, por las inconsistencias que abordamos arriba, arrojó un resultado muy diferente, que estuvo mucho más apegado a lo que, por ejemplo, el hoy Alcalde electo manejó en los tres días previos a la elección, cuando en una conversación me dijo: “tengo una encuesta que me da 3 puntos a favor solamente”, el resultado va a ser muy cerrado, pero espero que me favorezca”.

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