domingo, 10 de junio de 2007

No hubo nada que festejar



Columna Más Análisis
Por Sergio Armando López Castillo
Chihuahua, México.


Este y el año próximo pasado, honestamente no ha habido las condiciones de libertad y ejercicio crítico del periodismo, como lo hubiéramos querido los comunicadores de este país.

Y si alguno de nosotros que abrazamos la profesión hace más de 20 años, osamos escribir, analizar, denunciar con la palabra, acciones, conductas, eventos y funciones de los actores políticos y sectores de poder –incluido el lamentable poder fáctico del crimen organizado a todas escalas- el precio ha sido alto para quien se atrevió.

Los ejemplos de cerrazón, atentados, desapariciones y mordaza para informadores, ya casi pululan en México. Eso es verdaderamente preocupante y nefasto en pleno siglo XXI.

Pero en esta escalada de coartar la libertad de expresión, la de las ideas, la de prensa en particular, no es privativa de las bandas del narcotráfico y de las organizaciones criminales que operan en México y en nuestra entidad.

Si bien la muerte del corresponsal de Televisa en Acapulco, Guerrero, hace unos meses; el cierre del diario de la OEM “Cambio” y otros casos de atentados contra al función periodística, tuvieron una relación directa con el fenómeno de la guerra presidencial y del ejército contra el narco, no todos estos asuntos en que se coarta el libre ejercicio periodístico, podemos ligarlos a ese monstruo imparable de mil tentáculos.

No hay que ir muy lejos ni circunscribirnos al contexto internacional o nacional, para lamentar que el periodismo y la comunicación abierta, que desempeñamos los que escribimos y divulgamos opinión pública, no tenemos nada que festejar este 2007.

Aunque de paso sea dicho, el caso de la televisora privada de Venezuela, que por orden del Presidente-dictador Hugo Chávez, tuvo que salir del aire a raíz de un decreto “chavista” a todas luces antidemocrático y dictatorial, marcó un reprobable antecedente para el mundo, y especialmente para esa anhelada libertad de medios de información allá.

En Chihuahua, todavía está fresco el asesinato de Enrique Perea Quintanilla, quien fue ultimado a tiros el año pasado, después de haber abordado asuntos relacionados con la actuación de importantes funcionarios del gobierno del Estado y un grupo del narcotráfico, en la revista ya desaparecida Dos Caras.

Más recientemente este mismo año, un candidato a la Presidencia Municipal en la capital del estado, ligado al también intolerante y autoritario ex gobernador del sexenio 98-04, mostró primero, signos de repeler todo tipo de crítica periodística en su precampaña, y luego, una vez en plena contienda por la Alcaldía, intentó a callar al que esto reseña, tras presionar a los miembros del Consejo Editorial y de Administración de la Revista Chihuahua Moderno, para que no continuáramos abordando temas relacionados con ese empresario aspirante a edil y sus pecados que como interino, cometió del 2002 a 2004 en el Edificio Municipal.

También otros políticos y funcionarios chihuahuenses en diversas ocasiones, con el pretexto de autorizar publicidad pagada en portales digitales periodísticos, se resisten a tolerar ser criticados y abordados en esos espacios, no sin que ordenen el bloqueo, tanto publicitario como técnico de las páginas periodísticas de Internet.

Esos entes de poder, no han acabado de entender que mientras sean figuras públicas, pueden y deben ser objeto de la crítica. Pero además, el tener a su disposición partidas presupuestales para los medios de comunicación, no los hace inmunes al trato periodístico de los informativos, ni tienen facultades para condicionar esa publicidad a un manejo abyecto de su desempeño público, y muchos menos, deben asumir como personal, la distribución y autorización de esos recursos públicos, que finalmente son del erario, y no propios.

En fin, este pasado 3 de mayo, Día Internacional de la Libertad de Prensa, y el 7 de junio, Día de la Libertad de Expresión en nuestro país, el periodismo auténtico, no pudo festejar...

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