viernes, 1 de junio de 2007

Mía, tuya...


Columna: Más Análisis
Por Sergio Armando López Castillo
Chihuahua, México.


No cabe duda que los políticos y funcionarios públicos en Chihuahua capital, traen la misma pelota en el campo de juego electoral.

Primero le tocó jugarla al abanderado a la Alcaldía más insufrible. Al que llegó en 2002 a ser Presidente Municipal por purita casualidad del destino.

Quién no recuerda aquella parafernalia publicitaria, va a ser ya casi un lustro, cuando el sustituto de Jorge Barousse en el Edificio Municipal, cacaraqueó hasta el cansancio, que “teníamos la mejor policía de Latinoamérica”. Traía ese balón pegado a los pies y no lo soltaba…

El trofeo que hoy vuelve a ponerse de moda se llamaba CALEA. Una especie de acreditación privada de seguridad norteamericana que certifica corporaciones de policía en el mundo, no sin pasar la factura correspondiente para la emisión del cheque de rigor en su favor.

Para mayor información, debo decir que esa empresa que certifica dependencias de seguridad pública –CALEA-, nada tiene que ver con gobierno o autoridad norteamericana alguna, como muchos pudieran creer. Por lo tanto, se trata de una compañía que cobra por acreditar cuerpos se seguridad, bajo ciertos requisitos elementales, nada más.

En ese tiempo, el Alcalde interino y su director de seguridad municipal, no cabían en los presídium, cuando hablaban de CALEA. No obstante, los registros de la CEDH en ese mismo lapso, reportaban a la Policía Municipal como la corporación que mayores quejas tenía en la dependencia, por abuso de autoridad y otros excesos de los poli-municipales de entonces. La municpal tenía pues, beun equipamiento, pero escaza sensibilidad, cultura y trato humano.

Además, al interior de la policía de esa administración 2001-2004, los mismos agentes protagonizaron una revuelta de protestas, sofocadas y silenciadas antes de explotar en público, debido a que los salarios de los uniformados seguían siendo limitados, a pesar de que según CALEA, la certificación fue condicionada, entre otras cosas, a incrementarle las percepciones a los polis.

Pero eso no importaba. Teníamos la “Mejor Policía de Latinoamérica y decirlo a los cuatro vientos, era lo más apremiante. Aunque la inseguridad, los picaderos en las colonias, la venta clandestina de cerveza y vino, entre otras cosas, seguían, y siguen presentes en el Municipio de Chihuahua.
Luego vino el turno del que será el segundo edil de extracción panista en la historia de la capital del estado.

La pelota simplemente pasó al los pies del novel empresario metido a político, y comenzó a jugarla. Era la misma pelotita que el hoy candidato a Alcalde marcado por la intolerancia y el privilegio, jugó durante dos años.

Para el gobernante blanquiazul de la Ciudad, aunque fue difícil al principio organizar la policía que el Estado le había dejado diseccionada, al llevarse más de un centenar de elementos municipales a la flamante y tristemente célebre CIPOL a Ciudad Juárez –de donde se regresó más pronto que tarde por su inoperancia- el baloncito CALEA había que continuar pateándolo y exhibiéndolo.

El Alcalde panisa, ni tardo ni perezoso, continuó pagando los servicios de esa empresa estadounidense que acredita policías, desde el primer año de su administración, hasta estos días en que ese mismo “premio” se disputa en el proceso electoral que vivimos.

Nada menos ayer, el presidente Municipal de Chihuahua, viajó a la Ciudad de México a recibir la mentada certificación CALEA, no sin que acá en Chihuahua-capital, el otro, que ya fue interino en la Presidencia, en plena campaña, insiste en adjudicarse ese codiciado trofeo; mientras que en los barrios y colonias del municipio, usted pregunte a los vecinos sobre la seguridad pública y los policías municipales, y le van a decir que todo sigue igual que siempre: se sienten inseguros con sus familias, no obstante que hemos tenido en cinco años consecutivos, “la Mejor policía de Latinoamérica”.

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