miércoles, 13 de junio de 2007

Estatura Política


Columna Más Análisis
Por Sergio Armando López Castillo
Chihuahua, México
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Apenas hasta ayer quiso aparecer un signo de suma y unidad del priísmo espontáneo y libre que se volcó hacia el fenómeno Carlos Carrera Robles, el pasado mes de abril en la interna de ese partido, aunque fue ya muy tarde, atan sólo 15 días de finalizar la contienda constitucional.

Fue en el denominado foro “Unidos Vamos a Ganar”, organizado por un grupo de jóvenes, y otros no tanto, que fueron parte esencial en la pasada justa doméstica del PRI a favor del hoy nuevamente Secretario de Fomento Social, mejor conocido entre sus amigos, como el “Arqui” Carrera.

Sin embargo, no estuvieron todos los fueron, ni fueron todos los que estuvieron. Es decir; el intento por lograr una ansiada y verdadera unidad entre las huestes de Carrera Robles y de Cano Ricaud, quedó en muy buenos deseos y prácticamente en sólo una señal del “Arqui”, de que por Él no queda el esfuerzo y la voluntad de que el candidato a la Presidencia de la Coalición Alianza por Chihuahua, salga adelante con éxito el próximo 1 de julio.

Pero hay que ser realistas… el gesto de Carrera por apoyar la campaña de su competidor en la pasada elección interna, y toda la buena vibra que le pueda trasmitir a sus cuadros proselitistas, no bastará para que en los hechos, los carreristas se pongan la camiseta de Cano con auténtica pasión, como lo hicieron con él mismo en su momento.

Una buena parte de esos jóvenes y de otros muchos simpatizantes y amigos de Carrera, ya definieron su inclinación política hacia otro candidato a la Alcaldía que, desde luego, no es el señor Cano.

La razón fundamental que esgrimen quienes desde el principio de la campaña constitucional, se resistieron a sumarse al trabajo electoral de Estructuras Cano, es que no se creyeron el cuento de los cerca de 50 mil votos que “aparentemente obtuvo” el equipo de Cano Ricaud en el interna de abril próximo pasado.

Hubo muchas suspicacias y una que otra evidencia, bien fundamentadas, de que la competencia entre Carrera y Cano, no fue lo leal y diáfana que se dijo.

De eso hay muchos testimonios, que por sobrada institucionalidad no quisieron hacer público el desaseo de esa preselección priísta de candidato.

Otra causa de que los carreristas no decidieron incorporarse de verdad, de lleno, a la campaña canista, es que el abanderado del PRI-Nueva Alianza, jamás tuvo la atención de invitar a los operadores directos de Carlos Carrera, y sólo lanzó un impersonal y distante: “las puertas están abiertas para mi amigo Carlos Carrera y su equipo” en nuestra casa de campaña”.

Hasta ahí quedó esa “unidad”, una y otra vez presumida en el partido tricolor.

Sin embargo, en uno de los debates en el que participó Alejandro Cano, escuchamos con cierto asombro e incredulidad, la parte en la que el candidato se ufanó ante las cámaras de TV, de que “el provenía de un proceso de unidad partidista, en el que ahora, tiene 75 mil votos para su causa”, queriéndole restregar a Carlos Borruel, que como candidato del PAN, nunca tuvo la unidad en su partido, cuando fue electo candidato blanquiazul, dado el berrinche de Fernando Reyes de todos conocido.

En suma: el candidato de la intolerancia, el que ya se cree ganado y actúa como tal, asume que la gente de Carrera, esos casi 25 mil ciudadanos –la mayoría a-partidistas- que votaron por el “Arqui” de manera natural y generosa, también lo harán por el PRI-Nueva Alianza el 1 de julio que viene, lo cual me parece un error de cálculo garrafal.

No obstante, Carlos Carrera cumplió a cabalidad con su palabra y en varias ocasiones invitó a su gente a no dividir la campaña, a sumarse con Cano Ricaud.

Carrera fue más que institucional, porque apechugó una derrota casi fabricada contra él; fue valiente, templado, honesto, cabal, y su estatura política es ahora más grande.

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